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¡Basta ya!

Acaba de terminar la exposición de Crufts y en muchos de los que amamos la cinofilia organizada se ha instalado una sensación de desasosiego, de inquietud ante algunos acontecimientos que hemos experimentado en los últimos días.

 

El acoso al que, directa e indirectamente, nos estamos viendo sometidos todos los que nos sentimos parte de esta actividad que, en su versión moderna, regulada y organizada, va camino de los doscientos años, pero que, en la realidad y en la historia de la Humanidad, arranca muchos milenios más atrás, empieza a ser insoportable, por desmedido e injusto y, sobre todo, porque algunas de las acciones y actitudes vienen no de fuera, sino de dentro, vertidas por personas que se dicen también amantes y defensoras de la cinofilia pero que, a la hora de la verdad, aportan muy poco, aparte del chismorreo y la crítica gratuíta y parcial, dependiendo de lo más o menos amigos que sean considerados los criticados.

 

Que cualquier excusa es buena para atacar al que manda, a las instituciones o al poder establecido, es algo a lo que estamos más que acostumbrados, por lo menos en España, pero no tanto en otros lugares, como en el Reino Unido. Lo que es más difícil de explicar, especialmente a quienes tienen la tecla fácil, es que antes de decir o escribir algo hay que ser consciente de las consecuencias que eso puede traer y de si los perjuicios, para todos, serán mayores que los posibles (o anhelados) beneficios.

Aún no había terminado la exposición de Crufts cuando saltó la noticia de la muerte de un Setter Irlandés, “Thendara Satisfaction” (Jagger) participante en la misma 48 horas antes, apenas recién llegado a su casa en Bélgica.

Los primeros datos obtenidos de la veterinaria del animal y puestos en circulación por la dueña del mismo, hablaban de la presencia de unos trozos de carne en el estómago del pobre Setter con apariencia de contener algún tipo de veneno.

Inmediatamente se empezó a hablar de que el perro había sido envenenado en el bench o cubículo que cada participante tiene asignado en Crufts, que lo había sido con carne impregnada en veneno contra caracoles y, luego, con varios tipos de veneno, todos ellos de efecto retardado, a sabiendas de lo que se hacía, de manera premeditada y alevosa.

Los primeros “cientos de miles” de comentarios en las redes fueron para cargar contra la propia gente de los perros, contra las personas que están en la raza y, especialmente, contra criadores y expositores de Setter Irlandés, dando por seguro que se había hecho por envidia y porque los ingleses no consienten ni permiten que vengan perros de fuera a ganarles en casa, algo que, a pesar de repetido y a sabiendas de que a nadie le gusta que le ganen en casa, no deja de ser un tópico más, especialmente cuando se ve como el BIS de la exposición de este año viene de Rusia, el RBIS de Suecia, el ganador del Grupo Hound de Suecia, el del Grupo Toy de Italia, el del Grupo Utility de Noruega…

 

De rebote, se carga contra el Kennel Club y contra la exposición de Crufts, aduciendo su falta de cuidado, la ausencia de seguridad, las normas que imponen la permanencia hasta una hora determinada y la necesidad de estar en los bench, etc, etc… además de poner en solfa las declaraciones, desafortunadas, desde luego, de Caroline Kisco, Secretaria del Kennel Club, en las que, aparte de expresar la preocupación de la organización por lo sucedido, su apoyo moral a los propietarios del perro fallecido y el inicio de las pesquisas necesarias para aclarar todos los términos, recordaba a los propietarios y participantes de las exposiciones que es su obligación y deber mantener en todo momento controlados y vigilados a sus perros en los benches.

Esto último, no dejando de ser cierto, es verdad que se podía haber dicho en otro momento menos sensible.

En cualquier caso, la historia del Setter envenenado dio lugar, casi de forma inmediata, al surgimiento de rumores, comentarios, mehandichos, mehancontados y sedebuenatintas, acerca de otros perros (la última cuenta que vi iba por seis) también envenenados pero, de momento, sin nuevas muertes…

Todo esto, por supuesto, dando rienda suelta a lenguas, dedos y lápices, de todo tipo, lugar y procedencia, que no han dejado de verter los comentarios más ácidos hacia nuestro mundo y su gente, dejando en el aire la idea de que estamos plagados de envidiosos, trepas, insolidarios, maltratadores, crueles, hipócritas y asesinos… ¡una delicia, vaya!

Por supuesto, a los diarios de información general, a los que el mundo de los perros les interesa, literalmente, una mierda, se les han puesto los ojos en blanco de placer con la posibilidad de llenar páginas o blogs con historias truculentas ridiculizando a criadores y expositores. A tal punto ha llegado el tema, en apenas tres o cuatro días, que la propia veterinaria del perro fallecido tuvo que salir a decir que, aún teniendo la certeza de que se había encontrado restos de carne probablemente envenenada en el estómago del Setter, aún era pronto para establecer conclusiones pues no se tenían los informes toxicológicos que indicasen qué tipo de veneno era el que dicha carne contenía y cuando, aproximadamente, se le había administrado.

 

No se si fue por esto, o tal vez por la irrupción, un año más, de un activista de PETA en el momento del BIS de Crufts, pero cada vez se ha ido extendiendo más una nueva versión que, al menos por mi parte, se debe poner también en cuarentena e incluir en la panoplia, cada vez más variada, de las teorías de la “conspiranoia”. Según esto, activistas anti-exposiciones y contrarios a los criadores se habrían puesto de acuerdo, a la manera de yihadistas organizados, para administrar veneno de reacción lenta a diferentes perros, a lo largo de los cuatro días, terminando con la “actuación” del susodicho elemento en el Ring Central. Claro que, esta teoría parece desmontarse según pasan los días y no se reporta la muerte de ningún otro perro.

Lo que si es verdad es que las organizaciones que atacan la cinofilia organizada han aprovechado la ocasión para soltar todo su veneno y volver a dejar caer la idea de que los criadores de perros de raza somos una suerte de mezcla entre Hitler y Frankestein, sólo preocupados por la belleza, que sometemos a nuestros perros a la tortura de viajes interminables, confinados casi de manera permanente en pequeñas cajas, sin ver casi la luz del día y criándolos para ser más guapos sin importarnos que todos, absolutamente todos, sean unos animales débiles, enfermos y deformes cuyo paso por este mundo es un eterno sufrimiento, sólo consentido a costa de lograr el oropel y la fama de un momento de gloria en una ridícula pasarela de belleza. Por supuesto, estas mismas personas se ponen a la cabeza de los que vociferan los “no compres, adopta” y “no críes, adopta”… En realidad, estas personas que se declaran amantes de los animales, persiguen como meta final la desaparición de los perros, porque sólo así se puede entender de quien pide que únicamente se adopte perros y, además, se les esterilice para evitar su reproducción… eso, al menos a mi, si que me recuerda al nazismo.

 

Para terminar de rizar el rizo y por si habíamos tenido poco en Crufts, cuando pudimos disfrutar de una de las finales de exposición con más nivel de las que recordamos, al menos yo en mis 25 años yendo a Crufts y cuando, independientemente de las quinielas y las preferencias de cada uno, muy pocos son los que pueden discutir la calidad de los ganadores elegidos por Ronnie Irving, resulta que la handler del Scottish Terrier, venida de USA y acostumbrada a una forma de actuar perfectamente consentida en su país, se le ocurre subir a la perra a la mesa agarrándola del rabo y sujetándola entre el maxilar y el cuello… ¡Anatema! De inmediato, otra vez las alarmas disparadas, otra vez las redes sociales echando humo, otra vez las capturas robadas de fotogramas de YouTube con la imagen circulando por todos lados y otra vez aprovechando para dar, con la excusa de la norma incumplida, patadas en el culo del Kennel Club e incluso pedir a través de distintas plataformas, que se desposea del título a la perra, apoyado por más de 100.000 firmas, la mayoría, sospecho, de personas bienintencionadas pero poco informadas y poco formadas en materia de cinofilia.

Estamos de acuerdo en que Rebecca hizo mal, porque incumplió las sugerencias de la organización local bajo la que estaba exponiendo. Está claro que el Kennel Club pecó de blando, por un lado, al no ejercer su autoridad a través de las personas oportunas, en el momento preciso y de una forma más efectiva que una simple advertencia y, otra vez, de imprudente, cuando en una nota pública dice que se advirtió a la handler sobre el tema, que ella viene de EEUU, donde es costumbre exponer así y que a pesar de las advertencias siguió insistiendo en su actitud.

En todo esto estamos de acuerdo. Yo no entraré a discutir si la norma me parece bien o mal, ni a justificar si se puede hacer porque los terrier deben tener un rabo fuerte para que se les saque de las madrigueras si se quedan atorados, ya que dudo mucho que esa maravillosa perra se vaya a meter nunca en una madriguera y que, por esa misma razón, debería seguir permitiéndose en todo el mundo los cortes de orejas, rabos, etc… ya que también obedecían a cuestiones funcionales y prácticas. No es eso. No se trata de eso. Lo que hizo la handler, probablemente debido a la costumbre y al hecho de estar en la gran final de la mayor exposición del mundo, algo que, seguro, afecta a la templanza de cualquiera, estuvo mal, pero lo que se ha querido hacer después con ella está peor, especialmente porque de la actitud y las acciones de algunos se traduce que, en realidad, lo que se perseguía era atacar al Kennel Club, por parte de unos, o, nuevamente, a la cinofilia en general por parte de otros.

 

Pero si malo es que nos ataquen desde fuera, mucho peor es cuando dichos ataques surgen desde dentro. En los últimos tiempos se ha vuelto común atacar todas las esencias de nuestro mundo, sin querer aportar nada positivo. Es fácil y gratuíto criticar a nuestros jueces, su capacidad, su formación, su interés y su propia historia, la idoneidad, incluso, para juzgar o ser invitados a juzgar en una exposición, para luego alabar la presencia, año tras año tras año, de los amigos en otra. Es recurrente y sencillo ir en contra de los Clubs de raza, decir que no hacen nada, que no participan en nada y, cuando lo hacen, decir entonces que quien les ha dado vela en ese entierro. Es muy loable el interés de algunos por fundar nuevos clubs, aludiendo a que no van contra nadie, que sólo quieren poner su granito de arena por una raza, para luego, en su mayoría (hay honrosas excepciones) ver que su principal ocupación es boicotear la participación en los eventos y acciones de los clubs previamente existentes. A nadie escapa la cantidad de gente que se apresta a criticar la actividad y el funcionamiento de las Caninas Regionales, pero qué difícil es encontrar alguien que esté dispuesto a dedicar sus horas libres a trabajar por los demás, a condición, incluso, de perder la posibilidad de tener tiempo para sus propios perros, por ejemplo. Con la Central sucede tres cuartos de lo mismo. Da igual el trabajo que haya detrás, da igual las acciones que se desarrollen de puertas adentro o lo que se haga con discreción, da lo mismo, cuando alguien dice que no se hace nada, la idea prende como la pólvora y resulta mucho más complicado poder explicar o hacer ver la realidad.

 

Todo esto, todas estas actitudes, tan típicas, por otra parte, de nuestra idiosincrasia latina, no hacen sino minar la imagen de nuestra cinofilia organizada, la idea que los aficionados, criadores y expositores de a pie tienen del sistema y de sus instituciones y, al final, en lo único que desemboca es en desunión y en una debilidad que nos pone en una situación muy delicada frente a otros agentes externos que, ya de por si, no nos tienen en alta estima.

Yo soy absolutamente partidario de la crítica y de la exigencia y de pedir que quien opte por asumir una responsabilidad la desarrolle de la manera más eficiente posible, pero creo que dicha crítica y exigencia se debe practicar de manera inteligente y, sobre todo, constructiva, además de haber estado dispuesto, desde el primer día, a arrimar el hombro en donde he podido o donde se me ha pedido. En los perros, en mi concepción de la cinofilia, no creo en bandos, partidos e ideologías. No las hay o no debe haberlas. Estamos todos en el mismo barco y unidos por una cosa muy simple y única: los perros. Todo lo que no sea su promoción, desarrollo, bienestar y fomento del conocimiento de una actividad ancestral, cultural, como la nuestra, no es más que personalismos ridículos que socavan la integridad de nuestro mundo y yo, al menos, no estoy dispuesto a colaborar en eso.

Postdata: ¡Esto si!

RyanRoss

Puestos a elegir, me quedo con esta imagen, con la del jovencísimo Ryan Ross ganando un merecidísimo 3º en el Grupo Toy con su English Toy Terrier y con toda su actuación, antes, durante y después de la exposición… Hay cosas que realmente merecen la pena ser vistas. ¡Gracias chaval!

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