Carlino: un chato encantador

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El Carlino es una raza antiquísima y ello conlleva que en su historia se mezclen realidades y leyendas casi a partes iguales. En el siglo VI antes de Cristo se encuentran referencias en escritos de Confucio acerca de perros con un hocico corto y cuadrado, aunque parece que se trataba de perros deportivos más que de compañía. Lo que si parece claro es que la raza tiene su origen en Asia y que tal vez sea una variedad derivada de perros Pekineses de pelo corto. Algunas teorías hablaban de su origen a partir del cruce de Bulldogs ingleses de talla más pequeña o de que se tratase de una variante menor del Dogo de Burdeos, pero todas ellas parecen descartadas, entre otras cosas, por la certeza de que el Carlino se utilizó para disminuir en tamaño y fijar algunas características de la cabeza del Bulldog.

ORIGEN: Inglaterra

Nº FCI: 140

GRUPO: FCI: Grupo 9 Sección 11, Molosoides de talla pequeña, KC: Grupo Toy AKC: Grupo Toy

TALLA: Unos 30 cms.

PESO: De 6 a 8 kilos.

PELO: Corto, fino y liso

ENERGÍA: Alta

TEMPERAMENTO:  Sensible, alegre y tierno.

ADAPTABILIDAD: Alta

SOCIABILIDAD: Alta

SALUD: Buena

LONGEVIDAD: Alta (De 12 a 15 años)

UTILIDAD: Compañía.

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La primera referencia cierta de la existencia de la raza es del siglo VIII cuando una embajada comercial procedente del alactual Corea obsequió al Emperador de Japón con unos perros pequeños y chatos a los que se llamó “Ssuchuan Pai”.

Estos perros eran lo suficientemente pequeños como para deambular por debajo de las mesas, situadas en China y Japón muy próximas al suelo.

La raza se hizo muy popular en China durante los años correspondientes a la Dinastía Sung, pero perdieron dicha relevancia con la llegada de los Ming, más inclinados por los gatos. En el siglo XVIII los artistas que trabajan para la Casa Imperial realizan pinturas, grabados y esculturas en las que se refleja la existencia de los diferentes tipos de animales que habitaban en Palacio. Algunos de los perros representados eran muy similares al actual Carlino.

Tres tipos de perro eran objeto de favor por parte de los nobles y la Familia Real China. Uno de ellos correspondería al actual Pekinés, otro, llamado por entonces Perro León, podría ser similar al actual Spaniel Japonés, y después estaría el Carlino original. Es destacable como desde un principio se reconocía como una de las características de la raza la llamada “marca del Príncipe”, formada por las arrugas frontales que se asemejan al pictograma correspondiente a la palabra Príncipe. Otras marcas y la cola retorcida eran también distintivas de una raza que, bajo el nombre de “Lo-sze” constituye, sin duda alguna, el origen del actual Carlino.

En el siglo XVI, cuando el comercio entre Europa y Asia vive un momento de auge, los primeros ejemplares de la raza llegan a Europa y enseguida encuentran un lugar destacado junto a los personajes de más alto postín de la buena sociedad.

La raza entró en Europa a través de Portugal y España, países que dominaban el comercio marítimo de la época. Es evidente el parecido con los actuales Carlinos de los perros que aparecen retratados por Francisco de Goya en el cuador de la Marquesa de Pontejos. Desde España los Carlinos se extenderían por todas las casas reales, entregados la mayor parte de las veces como regalos de buena voluntad. De hecho, el Carlino se convirtió en el perro de compañía oficial de la Casa Real Holandesa de los Oranje. El Príncipe Guillermo el Silente se hacía acompañar siempre por perros de esta raza y en 1572, durmiendo en el palacio de Hermigny, uno de sus perros le salvó la vida al ladrar ante la presencia de soldados españoles, permitiéndole huir de una muerte segura. Cuando en 1688 Guillermo de Oranje y su esposa María llegaron a Londres para tomar posesión del trono lo hicieron acompañados por sus Carlinos ataviados con llamativos lazos de color naranja, símbolo de su casa, y pronto se harían extremadamente populares entre los nobles británicos.

También es famosa la historia de “Fortune”, el Carlino de Josefina quien, al ver como Napoleón lo echaba de la cama en la noche de su boda amenazó con no dormir nunca en esa cama si no lo hacía también su perro. “Fortune” ejerció también como correo llevando mensajes ocultos en su collar para Napoleón cuando su mujer estuvo encarcelada. Fue precisamente en Francia donde la raza, que en Inglaterra era llamada Pug y en Holanda Mop, recibió el nombre de Carlino, en honor a un famoso actor llamado Carlin que se hacía acompañar de uno de estos perros en sus representaciones.

Durante el reinado de Victoria, Inglaterra vivió el momento de mayor auge de la crianza de perros de raza, especialmente de aquellos de compañía con los que se dejaban ver las damas más nobles en fiestas y recepciones. En 1860 los británicos entraron en el Palacio Imperial de Pekín y se llevaron consigo a un buen número de Pekineses y Carlinos encontrados en el interior.

En 1881 se funda un Club de la raza en Inglaterra y el Kennel Club la reconocería y le daría su primer estándar oficial en 1883, dos años antes de que lo hiciera el American Kennel Club.

Los Carlinos pueden ser de color arena o leonado en diferentes tonalidades, o negros. Hay teorías acerca de las diferencias de temperamento entre un color y otro, defendiendo algunos autores que los Carlinos negros son más activos, pero no hay pruebas de que ésto sea efectivamente así. Lo que si es evidente es la diferencia de carácter entre los machos y las hembras, pero en cualquier caso, todos los Carlinos se caracterizan, fundamentalmente, por su amor hacia las personas y su predisposición para agradar.

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El Carlino es un perro básicamente feliz, optimista y siempre dispuesto a hacer cosas. Es muy juguetón y leal y le gusta estar en permanente compañía con su familia. Es muy vivaz y demuestra su estado de ánimo con movimientos, sonidos y gestos que pueden resultar muy cómicos.

Es un perro muy inteligente y le gusta meterse en todos los líos. Por esta razón es muy fácil de adiestrar pero su único problema es la falta de constancia, aburriéndose fácilmente si no se le da una gran variedad de trabajos que hacer.

Es un perro adecuado para todo tipo de familias, no planteando grandes problemas de comportamiento salvo una tendencia a la cabezonería si nota que puede imponer su voluntad sobre la de los demás. Por eso, a la hora de trabajar con él hay que ser constante y coherente y no dejarse convencer por los intentos del Carlino de ganar la voluntad de sus dueños mediante carantoñas y gestos.

Los Carlinos son muy sensitivos y captan a la perfección los matices de los diferentes tonos de voz. No necesitan gritos ni abusos para realizar las cosas que se pida de ellos. Es mucho mejor obtener su confianza y su entrega por convicción y para ello lo mejor es mantener siempre una línea de trabajo equilibrada y bien dirigida. Algunos dueños inexpertos se beneficiarán mucho de los consejos de un profesional del comportamiento o de acudir a un club de trabajo en el que compartir experiencias con otros propietarios de perros.

El Carlino es un buen perro guardián, a pesar de su tamaño, aunque desde luego no se puede esperar de él que defienda, pues no tiene fuerza o capacidad para ello. Lo que si es cierto es que está siempre alerta, atento a todo cuanto pasa a su alrededor y advierte de cualquier presencia, movimiento o sonido que se salga de lo normal.

El comportamiento del Carlino con otros perros e incluso con mascotas de otras especies es inmejorable, de igual forma que lo es con cualquier persona que se cruce en su camino. En cuanto a la relación con los niños, es difícil encontrar un mejor compañero de juegos, siempre dispuesto a seguir a los más pequeños de la casa en sus aventuras y con el espíritu suficiente como para ponerse incluso al frente de ellos, tomar la iniciativa y prestarse a todo tipo de juegos. A pesar de su tamaño es un perro muy robusto y ágil, pero no obstante es importante hacer entender a los niños que su perro no es un juguete y que merece un trato adecuado, respetuoso y justo.

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El Carlino se adapta a la perfección a vivir en cualquier medio. Le gusta vivir dentro de casa en compañía constante de la familia, por lo que no hay problema en tenerlo en un pequeño apartamento, en un chalet adosado o en una gran casa de campo. Si cuenta con algo de terreno en la casa lo aprovechará para jugar y correr en libertad, pues a pesar de lo que pueda parecer, el Carlino es un perro activo y necesitado de ejercicio. Es posible que le baste con unos buenos paseos diarios con correa, pero de vez en cuando es importante poder dejarle correr en libertad en un lugar acotado y seguro. Para los que han tenido la ocasión de hacerlo, es una verdadera delicia contemplar el derroche de energía de un perro cuyos primeros criadores acuñaron para definirlo el lema de “multum in parvo”, o mucho en poco, pues en realidad, su físico menudo esconde todo un gran perro.

El Carlino no plantea problemas con los vecinos, a los que incluye de inmediato en su agenda de amistades, y tal vez la única pega para aquellos que vivan demasiado cerca de sus amos es la tendencia generalizada de la raza a roncar, que aunque puede parecer cómica, a veces es realmente molesta.

 

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