Dálmata: Nuevo perro europeo

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El Dálmata es una de las razas caninas más populares del mundo gracias a su notoriedad pública por películas, especialmente de animación, que han hecho de la raza objeto de su atención.

La reciente entrada, como Miembro de pleno derecho, de Croacia en la Unión Europea, es una excusa perfecta para hablar de su raza canina nacional más popular en el mundo entero y, desde el 1 de Julio de 2013, nuevo perro «ciudadano EU»

Como ocurre en otras muchas razas caninas, la historia del Dálmata esta llena de lagunas, leyendas y contradicciones e incluso los mayores estudiosos de la raza no llegan a ponerse de acuerdo acerca del origen exacto de la misma.

La existencia de perros con un manto moteado está documentada desde las más antiguas civilizaciones en diferentes continentes como Asia, Europa y África. También hay quien traza lazos de familiaridad con otras razas tan conocidas como el Pointer, aunque sustentando la teoría con vagos argumentos y muy pocas pruebas al respecto. También hay muestras de perros moteados en bajorrelieves de la Grecia Clásica y del Antiguo Egipto, lo que prueba los lazos tan antiguos que el actual Dálmata tiene en el pasado. En los frescos encontrados en algunos monumentos funerarios egipcios, especialmente en los de grandes nobles e incluso en las tumbas de algunos faraones, aparecen representados perros con características físicas similares al actual Dálmata, especialmente en lo referente al color de la capa, a pesasr de tener ciertas reminiscencias con ptros perros de tipo antiguo existentes en la zona, con orejas erguidas y cola enroscada sobre el torso. Es muy posible que este tipo de sabuesos moteados llegasen a la otra orilla del Mediterráneo acompañando cualquiera de las expediciones comerciales que plagaban el mar en aquella época, especialmente gracias a los Fenicios, aunque también pudieron llegar de la mano de los griegos que mantuvieron durante casi tres siglos el dominio sobre Alejandría y parte de Egipto. Por tanto, perros y mercancías fueron de una a otra ribera y contribuyeron a la aclimatación y desarrollo de nuevas razas, pudiendo ser el caso del Dálmata con total seguridad.

Otras representaciones, incluso alguna de casi dos mil años antes de Cristo, nos llevan a pensar que la existencia de perros con capa moteada es casi tan antigua como la de cualquier otro tipo de perro doméstico.

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Pero la raza es fruto de todo tipo de controversias y teorías encontradas, siendo una de las más recientes la que establece una relación entre el Dálmata y el Dogo Alemán de capa arlequín, algo que ha llevado a que incluso la raza sea conocida en algunos lugares como “Pequeño Danés”. De todas maneras, esta es una más de las teorías que se han vertido sobre la raza, a pesar del evidente distanciamiento físico y temperamental que existe entre ambas, lo que lleva a pensar que se trata más de elucubraciones interesadas por parte de algunos supuestos estudiosos, elaboradas en momentos políticos determinados y con intenciones evidentemente dirigidas, antes que presupuestos con cierta base científica o con una investigación documentada detrás que las sostenga.

A principios del siglo XVIII se hace mención en Inglaterra a la existencia de un perro hoy desaparecido, conocido como Pointer de Bengala, que tendría un aspecto muy similar al actual Dálmata y que procedería de las colonias asiáticas del Imperio Británico. La existencia de este perro pondría en cuestión las teorías que defienden el origen mediterráneo de la raza, aunque al no haber quedado vestigios de la misma o una documentación más detallada, tampoco es posible establecer una vinculación real entre ambas razas.

El hecho de que el origen real de la raza se haya presentado históricamente tan difuso llevó a la situación de existir diferentes países que reclamaban su patronazgo, arugyendo todo tipo de teorías, algo que fue quedando descartado cuando se fue dejando en evidencia que si la raza, tal y como hoy se la conoce, tenía una verdadera zona de influencia y donde se daba de manera estable y abundante desde hacía decenios era en la región ribereña de la Península de Dalmacia, en las costas del Mar Adriático. Durante muchos años se apeló por ello al origen yugoslavo del Dálmata, pero el devenir de los acontecimientos políticos de finales del siglo XX, con una cruenta Guerra de los Balcanes que dividió la antigua República socialista en países diferentes e independientes llevó a las autoridades croatas a emprender una campaña de reconocimiento del Dálmata como su raza nacional, algo que fue respaldado por el reconocimiento en 1993 por parte de la FCI del patronazgo de Croacia sobre el estándar oficial de la raza. Esta decisión no estuvo exenta de cierta controversia pues seguían siendo muchos los que defendían la teoría de que los primeros ejemplares de la raza llegados hasta la zona de Croacia lo habían hecho desde Inglaterra, además de que también hubo quien se opuso a tal medida por cuestiones meramente políticas.

A pesar de que en su origen parece que el Dálmata fue utilizado como perro de caza, especialmente como sabueso, lo que apoyaría la decisión de la FCI de incluirlo dentro del Grupo 6, lo cierto es que no cobraría una mayor notoriedad hasta principios del siglo XIX cuando empieza a ser utilizado como perro de acompañamiento de carruajes y guarda de cuadras, algo que le lleva a recibir el sobrenombre de “el perro de los cocheros”.

La estampa de uno o varios Dálmatas trotando junto a un coche de caballos se hace común y familiar en las principales ciudades europeas y su vinculación con las familias más acomodadas le lleva a pasar a ocupar un lugar de cierta preferencia en los salones más principales. De hecho, el Dálmata se convirtió en uno de los perros favoritos de la nobleza europea y llegó a ser distinguido con el honor de aparecer como símbolo papal ya desde el siglo XVII. La fama de la raza fue traspasando fronteras y llegó hasta Gran Bretaña donde, si bien no está probado que fuese su tierra original, si que es cierto que es donde el Dálmata se desarrolló hasta su aspecto moderno que hoy conocemos.

A su difusión contribuyeron también, de manera totalmente desinteresada y casual, las familias de gitanos procedentes de Rumanía y Yugoslavia que recorrieron Europa desde finales del Siglo XIX hasta bien entrado el XX, especialmente antes de la I Guerra Mundial y en el periodo de entreguerras. Los gitanos se hacían acompañar de este tipo de perros que les daban seguridad al proteger a sus carros y caballos durante el viaje y a sus dueños y sus campamentos cuando se asentaban en algún lugar.

Gracias a su habilidad para correr junto y entre los caballos y a su gran instinto de guarda para proteger los carruajes, a las monturas y a sus dueños, el Dálmata fue adoptado también por los incipientes cuerpos de Bomberos en ciudades como Londres o Nueva York, estampa que se hizo tan típica que aún a día de hoy en la mayoría de los parques de bomberos estadounidenses hay uno o varios Dálmatas como mascotas. En un principio se le utilizaba también para controlar las plagas de ratas en los parques de bomberos, pero incluso llegó a ser empleado en labores de rescate, colaborando codo con codo en el trabajo de los bomberos.

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Con el inicio de las exposiciones caninas a finales del siglo XIX el Dálmata empieza a ganar una notoriedad pública, especialmente en los países con una cinofilia más desarrollada. La raza estuvo presente casi desde el primer momento y en 1890 se fundó en Inglaterra el primer club de la raza. A partir de entonces aumenta el número de criadores y se establecen las primeras líneas de sangre, iniciándose también una expansión de la raza a nivel internacional entrando de lleno en un largo periodo de esplendor, a pesar de haberse dejado de utilizar el caballo y los carruajes como medio habitual de transporte, que habría de tener como colofón la famosa película de dibujos animados 101 Dálmatas, de Walt Disney, del año 1961, cinta que provocó una verdadera fiebre de popularidad sobre la raza, algo que si bien tuvo mucho de positivo también tuvo sus consecuencias negativas, fundamentalmente un aumento exponencial de la crianza, convirtiéndose en la favorita de criadores desaprensivos que sólo buscaban producir cachorros sin tener en cuenta la salud o el temperamento y que trajo como consecuencia a la raza un aumento de afecciones como la sordera o las alergias cutáneas además de darse con mayor frecuencia la aparición de ejemplares con un carácter desequilibrado.

Afortunadamente todas las historias tienen sus ciclos y las malas consecuencias de la fama llevaron consigo un hartazgo por parte del gran público hacia la raza, a pesar de haber habido secuelas posteriores de la película famosa, alguna incluso hecha con personajes y perros reales. Al dejar la raza de ser tan provechosa comercialmente sólo permanecieron en ella los criadores responsables y dedicados, con un objetivo claro de promover y trabajar por una raza maravillosa, lo que ha traído consigo un aumento de la calidad en los ejemplares actuales además de un descenso en la incidencia de determinados problemas de salud y de carácter.

 

 

TEMPERAMENTO Y UTILIDAD

Los Dálmatas fueron criados para correr junto a o entre los caballos que tiraban de carros y carruajes, trabajo para el que hace falta una gran condición física y un temperamento atlético y deportivo. Por tanto, es difícil que a un Dálmata le complazca estar todo el día sentado tranquilo junto a su amo sin poco más que hacer que contemplar el paso de los días. El Dálmata es muy juguetón y lleno de energía, son básicamente perros felices y plantean pocos problemas de convivencia. A pesar de todo, la raza necesita tener alguien que ejerza un liderazgo sólido, una persona que se convierta en su referencia, además de necesitar de un contacto permanente con las personas que forman parte de su grupo familiar. Con estos presupuestos básicos es fácil que el Dálmata termine convirtiéndose en un perro feliz. Una de las cosas que no soporta la raza es verse relegada al simple papel de perro, es decir, a permanecer sólo durante gran parte del día o a vivir confinado en una perrera con el escaso contacto necesario para su mantenimiento diario. De hecho, un Dálmata aburrido y abandonado se convierte en un animal desequilibrado que, con toda seguridad, desarrollará comportamientos obsesivos como la necesidad de hacer agujeros permanentemente o de romper todo aquello que quede a su alcance.

Como perro de familia el Dálmata resulta una elección ideal. Su afinidad con las personas es extraordinaria y su pasión por los niños le convierten en un compañero de juegos ideal. De todas formas, no conviene dejarlo a solas con niños muy pequeños cuando se trate de perros que hacen poco ejercicio o que muestran un comportamiento hiperexcitado que puede ser la fuente de problemas inesperados e indeseados.

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Precisamente la capacidad atlética, de trabajo la necesidad de estar siempre ocupado del Dálmata hacen de él un perro tan cargado de energía que se puede convertir en un animal inestable e incluso tímido si no se tiene la precaución de canalizar bien esa energía desde que es un cachorro y se lleva adelante un programa de sociabilización intenso y extenso. Porque la relación del Dálmata con las personas es muy buena e incluso aunque se muestre algo receloso con los extraños debido a su capacidad para la guarda, nunca se debe volver agresivo hacia ellos, salvo en el caso de individuos fuera de control o con problemas de comportamiento. En su relación con otros perros puede darse el caso de que quiera ser siempre el individuo dominante, pero si se le introduce en dicha relación con cuidado y con la presencia de una persona que mantenga la posición de liderazgo, la relación debe ser buena y carente de problemas.

Debido a su gran inteligencia aprende rápido y una gran variedad de órdenes, pero también muestra una gran tendencia a tener opiniones propias o a volverse testarudo, comportamiento que se hace mucho más evidente cuando se percata de la falta de liderazgo o de la inconsistencia en su ejercicio por parte de sus propietarios. No es una mala elección para propietarios sin o con poca experiencia, aunque deberían tener la precaución de acudir a algún especialista o a un grupo de trabajo donde obtener el consejo adecuado en el camino de la educación de su perro, que puede ser apasionante. Los meses de vida entre que el cachorro llega a casa y cumple el primer año de vida son fundamentales para establecer unos cimientos sólidos sobre los que construir una relación estable, duradera y feliz con el Dálmata.

Es posible entrenar al Dálmata para una gran cantidad de trabajos. Evidentemente su función original queda ya restringida para ciertas exhibiciones, al igual que los bomberos lo mantienen como mascota de manera testimonial. Pero fuera de eso, el Dálmata puede ser utilizado en trabajos de Obediencia al máximo nivel y también es un perro capaz de competir en Agility o Flyball con buenos resultados. Se puede adiestrar al Dálmata incluso para potenciar sus instintos de guarda, aunque no es muy habitual verlo en este tipo de labores. En los Estados Unidos se le utiliza frecuentemente como perro guía para ciegos y también en equipos de trabajo con Perros de Terapia, especialmente indicado para el trabajo con niños enfermos.

El Dálmata necesita hacer ejercicio a diario, especialmente durante la etapa de cachorro en la que su energía parece inagotable. No le bastará con los paseos habituales y es importante encontrar un lugar acotado y seguro donde poder soltarlo para que corra a sus anchas. No se debe olvidar que la raza estaba seleccionada para trotar al lado de los caballos, hecho por el cual se ha convertido en una de las razas favoritas de los entusiastas de las carreras a pie con perro, modalidad deportiva que cada vez tiene más adeptos.

Por supuesto, también las exposiciones caninas son su habitat natural y es muy habitual ver a los Dálmatas copando puestos de honor en su Grupo e incluso en las competiciones por el Mejor de Exposición.

SALUD

El Dálmata goza de una longevidad media que supera los diez años con facilidad y vive una media de doce o trece años, aunque son muchos los casos de ejemplares que alcanzan edades más longevas en buenas condiciones en general.  Su salud es básicamente buena, a pesar de que haya algunas enfermedades que le afecten en mayor medida que a otras razas. Al igual que sucede con otras razas en las que el color blanco es predominante, el Dálmata está predispuesto a padecer de sordera congénita. De hecho, se puede decir que esta es la enfermedad más importante dentro de la raza, con una cifra de individuos afectados de entre el diez y el quince por ciento de los cachorros nacidos. La sordera puede llegar a ser muy limitante, especialmente en el caso de perros con los que se quiera trabajar y con los que resulta muy difícil interactuar, además de ser la causa primaria de algunos comportamientos alterados y problemas de carácter desarrollados por individuos que tienen una relación incompleta con el ambiente. Es importante controlar dicha afección cuando el Dálmata es cachorro y apartar de la reproducción a los animales afectados. Aparte de ésto, otras enfermedades están directamente relacionadas con su tamaño y estructura, como sucede con la displasia de cadera y codos o con la torsión de estómago.  Los problemas de piel también son frecuentes y están relacionados la mayor parte de las veces con una pigmentación defectuosa. En mayor medida que otras razas caninas el Dálmata tiene una gran tendencia a padecer de cálculos renales y un elevado nivel de ácido úrico, lo que hace que se puedan dar infecciones de orina de manera repetida. Como sucede actualmente con la mayoría de las razas caninas, la obesidad afecta al Dálmata, especialmente en el caso de los animales que viven exclusivamente como perros de familia.

La mejor manera de controlar la salud del Dálmata es actuar preventivamente, acudiendo con regularidad al veterinario para cumplimentar los pertinentes programas de vacunación y las revacunaciones anuales contra las enfermedades más comunes o contra otras de carácter estacional, como la tos de las perreras, ligadas a las circunstancias del animal, como la del herpesvirus para hembras gestantes, u obligadas por ley, como sucede con la rabia. Todo programa de vacunación debe estar complementado con otro de desparasitaciones internas y externas que actúen contra las infestaciones parasitarias que pueden servir como vectores de enfermedades muy serias o que pueden provocar la inefectividad de las vacunas al reducir la respuesta del sistema inmunitario a las mismas.

El veterinario, además, será el encargado de revisar el estado de la boca, los ojos y la piel, así como de los oídos, especialmente desde que la práctica del corte de orejas es cada vez menos común.

La alimentación del Dálmata debe ser rica en nutrientes que mantengan en forma su musculatura y que proporcionen el nivel de grasas necesarios para su piel, pelo, ojos, etc… Es importante dividir la ración diaria en dos o tres tomas para evitar complicaciones gástricas, como la torsión de estómago. En el caso de los perros de trabajo hay que tener la precaución de no darles de comer inmediatamente antes o después de salir al campo y de no dejarles agua a libre disposición después de trabajar, especialmente en los meses de más calor del año.

Es fundamental evitar, en la medida de lo posible, que el Dálmata esté obeso, especialmente en la etapa de cachorro y en la vejez, periodos en los que un estado de sobrepeso puede desencadenar enfermedades muy penosas.

El cuidado estético del Dálmata es muy fácil. Se trata de un perro muy limpio y que, a pesar de su inmaculado color blanco, raramente se ensucia, salvo en el caso de los dogos que cazan con regularidad. Apenas necesita cepillársele una vez por semana, con la ayuda de un cepillo de cerdas naturales o una gamuza. Se le bañará cuando esté realmente sucio, con cuidado de secarlo muy bien y no dejarle húmedo a la intemperie y se aprovechará el momento del baño para revisar el estado de las glándulas anales y para cortarle las uñas, con mucho cuidado de no llegar a la parte carnosa.

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