¡Un BIS de leyenda!

Detrás de cada perro, en cada exposición, hay siempre una larga historia… o muchas… historias de noches en vela, de miles de kilómetros por todo tipo de carreteras, de selección, de frustraciones, de trabajo duro, de éxitos y, ¿por qué no?, también de más de un fracaso, que ayuda a curtir el espíritu del criador, del expositor, del perrero.

A lo largo de los años, nuestra memoria acumula recuerdos y los mezcla, al punto de perder la cuenta de las veces que se ha estado en un recinto ferial, en una gasolinera determinada, en un hotel o en un restaurante. Para poder clasificar todo eso nos acordamos de perros concretos, con sus nombres de casa y sus casi siempre pomposos nombres de pedigree. Recordamos los jueces, especialmente aquellos que cometieron algún desatino, nos acordamos de los triunfos, de los propios y de los de los amigos y, si, por encima de todo, tenemos en la cabeza a todas esas personas maravillosas que han ido formando, con el paso del tiempo, una pequeña familia que nos acompaña y a la que hemos elegido para sobrellevar esta locura.

No faltan, gracias a Dios, los enemigos que dan un poco de picante a una historia que, de otro modo, podría volverse demasiado dulce… Pero dejando eso aparte, cuando uno adquiere una cierta perspectiva, la que va dando ya más de un cuarto de siglo deambulando de pueblo en pueblo, de exposición en exposición, de hotel en hotel («¿Dónde vas con estos feriantes?» le dijo su madre a mi amiga Ana, la única vez que la acompañó a una exposición) con esa perspectiva, digo, uno se da cuenta de los momentos y, sobre todo, de las personas que realmente han valido la pena.

Este año Talavera ha sido muy especial. En principio era una exposición de Punto Obligatorio más, con casi 4000 perros, tal vez alguno menos de los esperados, pero algo normal, teniendo en cuenta que dentro de apenas un mes y medio tendremos un punto extraordinario en Bilbao, plaza mucho más conveniente para los expositores que vienen de Europa. Como siempre, ha habido contentos y descontentos y, también como siempre, los jueces han sido el centro principal de las críticas que haya podido haber, lo que prueba que, entre otras cosas, el resto de la organización ha marchado bastante bien.

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¿Por qué ha sido especial entonces?

Sin duda por el ganador del BIS.

Por una vez y sin que sirva de precedente, el Lakeland Terrier «Chelines Fly me to the Moon» (preciosa canción de Sinatra, por cierto) se ha convertido en un actor secundario eclipsado por el brillo de un gigante, una leyenda viva (y muy viva!) de nuestra cinofilia, su criador, propietario y handler, Alberto Velasco que, asombrosamente, llevaba persiguiendo este objetivo desde hace décadas y al que, ¡vaya usted a saber por qué!, se le resistía.

«Albertico» es de esos tipos que pone letras mayúsculas a la definición de «Perrero» y le da todas las connotaciones positivas que uno se pueda imaginar. Pasión, entrega, conocimiento, persistencia, habilidad, ojo y, por encima de todo, una calidad y calidez humana que, al menos a mi (y a otros que pude ver perfectamente) nos provocó alguna lagrimilla de emoción y alegría al verle dar la última vuelta con esos pasos toscos, como de Shrek travestido de bailarina, pero en los que nadie se fija porque tiene la habilidad de que sólo podamos mirar sus maravillosos perros.

Terrierista de talla mundial, si, pero también un excelente criador de Schnauzers, Teckels, razas de compañía e incluso Labradores, en los que tuvo una incursión breve pero muy interesante.

Alberto es «uno de los nuestros», una de esas personas, dentro de este mundillo canino, de las que se puede presumir de conocer y a las que, dentro de muchos años, podremos incluir en nuestras batallitas, cuando le demos la paliza a los que estén empezando.

¿Y quién mejor para darle el BIS a un gran perro y a su legendario dueño que otro monstruo (en el sentido más cariñoso de la palabra) de nuestra cinofilia como es Rafael Malo? Rafa es uno de nuestros jueces all-rounder más querido, tanto dentro como fuera de España (piensen un lugar exótico y seguro que ha estado allí juzgando perros) por su buen hacer dentro de la pista y fuera de ella también, algo que no deja de ser importante.

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Para acompañar a Alberto y su Lakeland en el podium final, Rafa Malo eligió, como RBIS, al Akita Inu «TAIKOU GO SHUN’YOU KENSHA», de Silvia Expósito, que se ha convertido, con su esfuerzo, trabajo y triunfos, en uno de los grandes referentes de la raza a nivel mundial.

Para completar una magnífica terna, el ganador del siempre potente Grupo 2º, el Schnauzer Miniatura Negro y Plata «BARRO DEL BERROCAL», «maqueado» para la ocasión y presentado por otro de nuestros personajes emblemáticos dentro de esta familia de locos, César Alonso.

"Rafa y los 9"
«Rafa y los 9»

¡Gracias Rafa!

Hubo más

"Vega", Perro del Año 2014 en España
«Vega», Perro del Año 2014 en España

Evidentemente, la elección del BIS es sólo una parte, la guinda, del pastel que supone una exposición como ésta, la segunda más grande de cuantas se celebran al año en nuestro país.

El recinto de Talavera Ferial tiene poco que comentar que no hayamos dicho ya en el pasado. Es cómodo, los accesos son magníficos, sin desniveles ni obstáculos, el parking funciona cada vez mejor y, desde que se cambió la fecha, no se pasa frío, ni calor… perfecto. Por pedir algo, tal vez un metro o dos más de anchura en los rings, especialmente en las razas más numerosas o de tranco más largo o rápido, para propiciar que los perros se puedan ver en todo su esplendor.

En cuanto a la feria comercial, estuvieron los stands de casi siempre, seguramente porque piensan más en los expositores que en el público de la calle que acude a ver los perros.

La tarde del Sábado hubo varias Exposiciones Monográficas, casi todas de carácter regional, además de la Monográfica Nacional del Teckel Club de España que congregó a unos 200 ejemplares de las 9 variedades.

Es cierto que en las exposiciones sólo ganan unos pocos de los cientos de perros que compiten y, por eso, los jueces suelen llevar las de perder en cuanto a la valoración por parte de los expositores. Hay que partir de una base y es la de que el juez es soberano a la hora de hacer sus juicios y tomar sus decisiones y, salvo en casos flagrantes de irregularidad, estas decisiones deben ser respetadas por todos, sin menoscabo de que pueda producirse el lógico intercambio de pareceres, e incluso la polémica. Si perdemos el respeto por los jueces, estaremos dando un peligroso paso hacia la desaparición de las exposiciones. Eso si, los jueces son soberanos, pero no omnímodos o infalibles. A cualquier juez hay que exigirle que se comporte con perros y expositores con educación, cortesía y paciencia, que dedique a todos el mismo tiempo y atenciones, si es posible ayudando a aquellas personas que estén empezando y que conozca las razas que está juzgando, por mucho que su criterio no tenga que estar en consonancia con el de algunos, la mayoría o incluso todos sus expositores. Brusquedades con perros y personas, mala educación, desaliño, desatención de sus funciones o extralimitarse en ellas, llevando la interpretación del estándar más allá de lo que el mismo marca o tratando de dar lecciones, con toques de superioridad, a los expositores, no debe permitirse y, cuando se producen estos casos (que se producen) deben ser puestos en conocimiento de aquellas personas o entidades que, en buena lógica, deberían tomar cartas en el asunto.

Para garantizar el futuro de nuestra afición debemos poner todos nuestro granito de arena, aportar cosas positivas y empujar en una misma dirección, porque para meternos palos en las ruedas ya hay muchos ahí afuera esperando.

Cada uno habla de lo que ve, de lo que vive. En nuestro caso, salvo pequeños detalles sin importancia, la Exposición de Otoño de la RSCE 2015 ha sido una buena exposición, bien organizada, con incidentes mínimos y con unas bonitas finales, celebradas en un Ring de Honor cada vez mejor preparado, donde, el Domingo, tuvimos la suerte de presenciar un Mejor de Exposición que quedará para siempre en el recuerdo.

Gracias al personal de la RSCE por su trabajo, a la organización, a los jueces, pero, sobre todo, gracias a esos cientos, miles de locos maravillosos que acuden cada fin de semana con sus perros a las exposiciones y que hacen posible que nuestra pasión siga adelante.

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