PALABRAS, MENTIRAS Y MEDIAS VERDADES

Vivimos en un tiempo en el que la permanente exposición al escaparate abierto de internet y las redes sociales, han convertido al periodismo en una suerte de voceros de lo que se dice que ha sucedido, con la única pretensión de ser los primeros y los que obtengan un mayor número de likes, follows, comentarios, clicks, etc… sin importar que lo que se haya dicho sea verdad o no.

Decía el bueno de Will Thucker en la maravillosa comedia “Notting Hill” a una malhumorada Anna Scott que los periódicos de hoy llenarían los cubos de basura de mañana… por desgracia, en la actualidad nos estamos quedando sin periódicos, pero podemos decirle a Will que la información de hoy, en muchos casos, es la basura de mañana, pero a nadie parece importarle, porque si, por el camino, hemos ganado en notoriedad, posicionamiento, mejorado nuestro SEO y alimentado nuestra cuenta de publicidad en un mundillo tan criminalmente agresivo como internet, el objetivo está cumplido… Si algo no era cierto, no pasa nada, cuatro vídeos de gatitos o de accidentes y la falsa noticia, la media verdad o el trabajillo periodístico que, en otro tiempo, habría quedado relegado a un cajón del redactor jefe, habrá pasado al olvido cibernético.

He escrito en más de una ocasión que se de muy pocas cosas y, de esas, probablemente no sepa mucho, pero si con lo poco que se puedo ver lo poco que las informaciones de los medios generalistas se ajustan a la verdad, me produce terror pensar en aquellas cosas de las que no estoy al corriente pero, seguro, también me mienten o me cuentan medias verdades y milongas día tras día.

Viene todo esto a cuento del horrible incidente sucedido el pasado 28 de Diciembre en El Molar, Madrid, en el que un pequeño de 3 años fue víctima de los mordiscos de un par de Bull Terriers Miniatura de unos amigos de sus padres.

Apenas habían pasado un par de horas de los hechos cuando las primeras noticias llegaban debido a la comunicación del SUMMA 112 (Servicio de Emergencia de la Comunidad de Madrid) a través de su cuenta de Twitter en el que se indicaba que se había trasladado al niño al Hospital de La Paz.

Sorprende la premura, otra vez, de un servicio de este tipo en dar esta noticia, máxime si tenemos en cuenta que lo único que hicieron fue un traslado rutinario de un centro médico a otro, tal y como sucede cada vez que un hospital comarcal o local deriva un paciente a un centro de referencia. Además, si se repasa la cuenta social del SUMMA, no lo hacen, como es lógico, con cada una de las intervenciones que realizan a lo largo del día.

¿Por qué se entiende que es noticia o que interesa a la opinión pública un hecho como éste, o un suicidio, un accidente aparatoso, etc… pero no lo es un parto en casa, un infarto, un anciano al que hay que trasladar al hospital, etc…? Por una simple razón, porque el morbo vende y después de publicar este Tweet, se reciben retweets, comentarios, nuevos seguidores, atención mediática y ya tenemos a un Community Manager satisfecho.

Casi de inmediato, una vez que el SUMMA da la noticia, medios de comunicación de toda índole se dedican a esparcir la noticia, primero con esta escueta información pero, claro está, adornándola en lo posible para atraer a más internautas.

¿Cómo se adorna un suceso tan dramático? Es fácil, basta coger el texto original del SUMMA y tomar la parte más suculenta para hacer un buen titular. Así, en todos los flashes que los distintos medios fueron poniendo en las primeras horas, lo que más se destacaba era “que le arrancaron las orejas”, haciendo aún más terrible la imagen del pobre chaval.

Nunca y repito, nunca, cuando se da la noticia de un accidente de tráfico se especifica si la víctima perdió la cabeza, una pierna, los ojos, la tapa de los sesos, etc… pero en esta ocasión, lo más relevante era el arrancamiento de las orejas del crío. Otra ración de morbo.

Si uno se adentraba en los diferentes medios, las primeras informaciones no daban para mucho más allá de lo publicado por el SUMMA y eso, claro, no era suficiente para hacer correr la noticia y que fuese compartida. En cuanto se empezó a sospechar que podía haber algún perro PPP entre los que habitaban en la finca de El Molar, el juego estaba hecho: primero, poner fotos de perros considerados “peligrosos” por los periodistas, sin distinguir entre unas razas u otras, a ser posible en poses agresivas e incluso llegando a poner imágenes de perros en exposiciones caninas.

Cuando se empezó a decir que habían sido unos Bull Terrier, se les metió en el saco de los perros listados en el famoso Real Decreto 287/2002, a pesar de que la raza no aparece en el listado del Anexo I. De hecho, una vez que se sabe que han sido un par de cachorros de Bull Terrier Miniatura, ni siquiera se les puede incluir entre las razas que cabrían bajo los criterios del Anexo II, pero ¡qué más da?… La teoría de los “perros peligrosos” ya estaba lanzada y cuando se supo que el propietario de los perros tenía, entre 10 ejemplares, 2 Amstaff, que si están listados, entonces el cielo pareció abrirse de nuevo para los medios que volvieron a la carga con la cantinela que, desgraciadamente, tantas veces hemos oído acerca de los “perros peligrosos”

 

Precisión en el lenguaje

Cabe recordar a nuestros colegas periodistas que una de nuestras obligaciones es ser precisos con el lenguaje y no expandir a sabiendas noticias falsas, mentiras o, lo que es peor, medias verdades.

En España no hay ni una sola raza canina que esté catalogada como peligrosa. Ni una. Como tampoco hay ni una sóla raza canina que esté prohibida.

En otros países, incluídos algunos que se las dan de querer y cuidar más que nadie a los animales, como el Reino Unido, Holanda, Alemania o los países Escandinavos, la legislación al respecto contempla la figura de las “razas prohibidas” en el país por su peligrosidad y, de hecho, no se pueden criar, no se pueden tener e incluso en algunos casos son requisados y sacrificados en caso de ser descubiertos por las autoridades.

En nuestro país, el Real Decreto 287/2002 desarrolla la Ley 50/1999 sobre el régimen jurídico de la tenencia de animales potencialmente peligrosos… Ahí radica la diferencia, en la palabra “potencialmente”, es decir, aquellos perros pertenecientes a unas razas determinadas que, el legislador en su criterio (bastante mejorable, por cierto, pero eso lo dejamos para otro artículo) considera que por sus características físicas, raciales y temperamentales puede llegar en un momento dado a suponer un peligro para las personas o para otros animales. No se dice que los perros de una raza “sean peligrosos”, sino que, por el hecho de pertenecer a ella, tienen una peligrosidad potencial y, por tanto, hipotética.

De hecho, la incongruencia y falta de rigor de esta legislación se ve desde el primer momento cuando en su Artº.2 se dice que, aparte de los perros de las razas del Anexo I o los que tengan todas o la mayoría de las características recogidas en el Anexo II, se considerará también “potencialmente peligroso” a cualquier perro que de muestras de un carácter marcadamente agresivo o haya protagonizado agresiones a personas u otros animales… Absurdo y estúpido… Cualquier perro agresivo o que haya protagonizado hechos de este tipo, sea de la raza que sea, debe ser catalogado como “peligroso” y no “potencialmente peligroso” metiéndolo en el mismo saco de cientos y miles de perros que nunca han supuesto problema alguno pero que pertenecen a una raza “señalada”.

Todo esto, seguramente, es demasiado largo o daría demasiado que pensar a quienes quieren parir noticias cortas, sonoras y llamativas, así que mejor obviar el “potencialmente” y tildar directamente de “perros peligrosos” a todo aquel que a uno se le antoje, independientemente de que aparezca o no en un listado u otro.

 

Primero a por los perros, luego a por los criadores

Una vez que se criminaliza convenientemente a los perros y se mete en el saco a todos los individuos de su raza, además de recordar los acontecimientos similares de un pasado reciente (digamos que, hasta uno o dos años atrás) sin caer en la cuenta de que son muchos menos los casos de ataques y víctimas por mordeduras de perros que los de mujeres que mueren a manos de sus parejas, sin que a nadie se le ocurra, creo, la idea de pedir que se sacrifique, castre o se impongan medidas especiales a TODOS los hombres, ahora es el turno de atacar la otra pata de este banco informativamente tan apetitoso: el criador.

Estamos en el tiempo del “no compres, adopta”, de la castración (no lo llamaré esterilización, porque eso es poner vaselina en una cruda realidad) sistemática de perros y gatos o en la realización “preventiva” de costosísimas intervenciones culpando de ellas a los criadores, origen de todos los males. Los perros de raza son enfermos, débiles y desequilibrados, como si los mestizos (no existe el perro “sin raza”) fuesen fruto de una selección natural en la que sólo los más fuertes y sanos se reproducen y sobreviven y no del capricho de dos vecinos que deciden dejar que sus respectivos perretes se apareen para, después, regalar alguno de sus cachorros, si tienen suerte y los demás dejarlos en la puerta de una perrera.

Da igual, el criador es culpable de todo, así que, cuando se descubre que el susodicho propietario de los perros de El Molar tenía 10 ejemplares en su casa, 2 de ellos Amstaffs, y, además, no los tenía registrados en su Ayuntamiento, ya tenemos harina para amasar un par de días más y cargar las tintas en contra de este tipo y, ya de paso, de todo un colectivo que, por cierto, es tan variopinto y heterogéneo que se hace imposible catalogar a todos por igual.

 

Lo importante no vende

Porque en todo este desgraciado suceso, lo más importante se obvia, no vende, se deja tal vez para mejor ocasión.

Lo primero es preocuparse, ya que nos la han sacado a la luz pública, por la salud física y emocional de un pobre niño de 3 años al que, amén de las secuelas producidas por las mordeduras de los perros, se le añadirán seguro las causadas por convertirse, contra su voluntad, en el centro de atención de todos los medios sin que nadie haya pensado en su intimidad y su futuro.

Por otra parte, cuando hemos sabido que las heridas fueron causadas por 2 Bull Terrier Miniatura, cachorros de unos 6 o 7 meses por añadidura, resulta aún más difícil de explicar lo que pudo suceder en ese momento, para que dos perros que, al parecer, se han mostrado después sociables y afables, como es normal en su raza, se activaran de tal manera que, seguramente en un ritual de “lucha/juego” causasen heridas tan terribles al niño.

No podremos saber nunca qué pasó realmente y no podremos saberlo, precisamente, por la única cosa que si sabemos a ciencia cierta y es que ese pobre niño tuvo la mala suerte de sufrir la negligencia e irresponsabilidad de los adultos que aquel día estaban con él.

Por un lado, sus padres, a los que no arriendo la ganancia, porque el remordimiento y la pena les acompañará toda la vida, pero que debieron ser más cautos y prudentes con la seguridad de su hijo.

Nunca, y repito, nunca se debe dejar a niños de corta edad en solitario con animales. No importa si son perros, ni de qué raza, o gatos, conejos, gallinas, etc… En un momento determinado todos los animales poseen unos instintos básicos que, en las circunstancias más insospechadas, pueden llevar a que se produzcan hechos de este tipo o de menor gravedad, o incluso a que quienes sufran los daños sean los animales, en lugar de los niños.

Seguramente si un niño mata accidentalmente a un cachorro, a un gato o a un pájaro, no aparece en ningún servicio de noticias y nadie viraliza el asunto, aunque también sea por causa de la negligencia de unos padres que lo han dejado sólo. Evidentemente, en este caso nos parece a todos mucho más grave y terrible.

Nunca se puede confiar al cien por cien en lo que sucederá entre un niño y un animal, e incluso entre un adulto y un animal, aunque, en este caso, tengamos otros mecanismos para defendernos o, en definitiva, seamos responsables de nuestros propios actos y situaciones.

Hace un par de días fui testigo de un hecho que ahora se sale de la mera anécdota. Un familiar tomó en brazos a su gato, nervioso ante la presencia de un perrito, cachorro de una raza miniatura y acostumbrado a ver gatos en su propia casa. El gato en cuestión, por más que quien lo coja lo sepa, no sabe de la raza o la educación de ese perro y su nerviosismo va en aumento, al punto de intentar escapar de los brazos de su dueña, no sin antes propinarle un arañazo que pudo costarle la pérdida de un ojo.

Se trataba de un gato tranquilo, confiable, que nunca había dado problema alguno, pero que puesto en una situación determinada sacó sus instintos básicos (juego, supervivencia, miedo, etc…) reaccionando de forma natural y provocando un daño, fruto de una negligencia inconsciente por parte de su dueña.

Por tanto, hasta el más pacífico de los perros, hasta el de la raza más inofensiva, en un determinado momento puede causar o tratar de causar daño y por eso unos padres, nunca y bajo ningún concepto, deben dejar a sus hijos pequeños en solitario con ellos, y mucho menos cuando se trata de perros ajenos.

Por otro lado, el propietario de estos Bull Miniatura, más allá de los permisos que tenga o deje de tener, o de la socialización y cuidados que de a sus perros, que parece que son buenos, debe ser también lo suficientemente responsable como para no dejar a un niño, y más aún cuando no es suyo, en solitario con sus perros.

Hace muchos años, cuando terminamos unas obras en casa, dimos una pequeña comida para la gente que había trabajado en la reforma. Uno de los albañiles vino acompañado de su hijo, un chaval de unos 7 años más malo que la quina. El niño sólo quería jugar, pero sus juegos consistían en dar patadas o golpes con un palito a una de mis Golden Retriever. La perra, con buen criterio, se fue a un lugar apartado y el niño fue detrás. Su padre, irresponsablemente, siguió charlando tranquilamente, pero yo me fui detrás de él, a tiempo de agarrarle de la mano cuando se disponía a tirar una piedra a la perra. De haberlo hecho, la perra podía haber reaccionado en contra del niño o, simplemente, haber sufrido el daño de la pedrada y en ambos casos la culpa habría sido de su padre y mía. No fue así. Le expliqué un par de cositas al chaval y ya no se volvió a mover del lado de su papá en toda la tarde.

 

Niños y perros es una combinación maravillosa, siempre que esté convenientemente supervisada por adultos y que ambas partes (niños y perros) hayan recibido la educación adecuada.

La irresponsabilidad de unos adultos ha puesto a este niño madrileño ante el episodio más traumático de su corta vida y que le podía haber causado incluso la muerte. Esperemos que su recuperación sea lo más rápida y completa posible y que tenga la oportunidad de llevar una vida normal. Mientras, esperemos también que la profesión periodística empiece a tomarse su trabajo en serio, deje de lado la necesidad de llegar antes que nadie a más gente y dejemos de propagar contenidos sensacionalistas, equívocos o directamente falsos que lo único que consiguen es desinformar, crear confusión y causar un daño irreparable a unas razas caninas que, en las condiciones adecuadas, pueden y deben ser maravillosas.

  1. Brillante Jose Miguel!
    Soy partidaria de que cualquier persona que vaya a adquirir un perro independientemente de su raza realice un pequeño curso previo y durante el crecimiento del cachorro. En primer lugar para escoger el cachorro adecuado a su ritmo de vida y cuanto menos para saber de primera mano las necesidades tanto economicas como educacionales y de tiempo a invertir que requerirá el nuevo miembro en la familia. Deberían experiencias carnets para la tenencia de un ser vivo como se expiden para otras cosas.
    Sólo puntualizaría que determinadas razas por su potencial sobre todo mandibular, sus propietarios deberían recibir un curso especializado de como minimizar daños en caso de ativación y ataque, una mordida en tijera ya sabemos como cierra y es complicada de abrir.
    Un platero leerte siempre. Un saludo Anakarin.

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