Como cada año, la Fundación Affinity publica los resultados de su interesantísimo estudio sobre abandono de animales de compañía en nuestro país.
Se trata de un trabajo riguroso y muy bien documentado que nos da una idea muy clara de lo que constituye el problema del abandono animal en España, incluyendo dentro de dicho término a aquellos ejemplares extraviados y, por tanto, no abandonados voluntariamente, a los que en un gran número de ocasiones se vuelve a entregar a sus propietarios.
La lectura del mencionado estudio deja dos puntos de partida muy importantes:
- El abandono es un problema en España que, aunque se va reduciendo algo a lo largo de los años, se mantiene en unas cifras estables y, por tanto, no parece que las campañas y medidas aplicadas hasta ahora hayan sido de gran utilidad; y
- El abandono afecta a un 1,7% de la población de perros que viven en España y alrededor del 1% de gatos lo que, sin poder ser desdeñable, si que debe figurar el problema en su justa medida y término.
Números brutos contra análisis
Es cierto que cuando uno lee que en nuestro país se han abandonado casi 140.000 animales de compañía en 2017, de los que unos 104.384 fueron perros, lo primero que le invade es una sensación de tristeza, desesperanza y cierta animadversión hacia unos congéneres a los que parece que, año tras año, no les entra en la cabeza la idea que domina esta campaña “Él nunca lo haría”…
Pero no es menos cierto que siempre se debe tomar un poco de distancia, analizar los datos con frialdad y escrupulosidad, compararlos dentro de nuestro contexto y, entonces, sacar conclusiones.
Por un lado, la cifra total cercana a los 140.000 animales incluye a aquellos que han sido extraviados y que vuelven luego con sus legítimos propietarios. Estos se sitúan en un 18% del total, y en el caso de los perros el porcentaje aumenta hasta el 23,4%, lo que nos da un número de 24.531 ejemplares devueltos a sus dueños sobre los 104.834.
Es muy importante conocer el mecanismo de devolución de los animales perdidos.
Por un lado están las denuncias o búsquedas que realizan los propietarios y, por otro, la utilidad práctica de los microchips identificativos que ayudan a localizar a los mencionados dueños.
El propio estudio menciona que sólo el 33%, aproximadamente, de los perros recogidos (abandonados o perdidos) están debidamente identificados con microchip, lo que supone un problema añadido, pues unos 80.000 perros se abandonan cada año en España sin ser identificados, a pesar de la obligatoriedad de la norma.
Demonizar a los criadores
Todos los que estamos implicados en el maravilloso mundo de la cinofilia hemos sentido, a lo largo de los años y cada vez de una forma más acuciante, el dedo acusador de una corriente social, llamémosle “animalismo militante” que nos sitúa en el punto de mira como principales culpables de la situación del maltrato y el abandono animal en nuestro país.
Nos acusan, sin tapujo o rubor alguno, de “cosificar” a nuestros amados perros cuando, en realidad, lo que observamos en casi todas las ocasiones es una humanización exagerada de cualquier ser vivo, se le catalogue o no como “sintiente”, hasta extremos que muchas veces resultan ridículos.
“No compres, adopta”, se convierte en el leit-motiv de una gran parte de nuestra Sociedad que parece así querer hacer ver que el hecho de criar, de forma estudiada y selectiva, una camada de cualquier raza y, después, vender (o comprar) los cachorros de la misma, supone un tipo de eugenesia antinatural sólo comparable a los delirios de selección y depuración de la raza aria de los Nazis.
Lo que nadie se para a pensar, o nadie quiere decir públicamente, es que en un país en el que el porcentaje de “abandono animal” (incluyendo el abandono y el extravío) se sitúa por debajo del 2% de la población de perros y gatos, para gran escándalo social y para dar pie a la existencia de miles de asociaciones que hacen de esta causa el faro de sus vidas, en este país, como digo, convivimos bastante tranquilamente con un porcentaje por encima del 30% de niños que viven por debajo del umbral de la pobreza, con cifras de malnutrición que nos sitúan en un horrible segundo puesto en la UE, sólo por detrás de Rumanía y cerca de 1.500.000 niños viviendo en situación de pobreza severa, sin que sean tantas las voces que se alcen para denunciar esta verdadera catástrofe.
No compres, adopta, decimos, pero miramos para otro lado si se nos recuerda que en nuestros orfanatos y hogares tutelados hay más de 14.000 niños españoles esperando ser adoptados o acogidos, algo que consiguen unos 600 al año frente a los más de 800 que vienen de países extranjeros, según sean las modas.
Al tiempo, somos el país de Europa con mayor número de centros de reproducción asistida (más de 400) en los que se realizan unos 150.000 ciclos anuales, con cerca de 40.000 nacimientos y una cifre de negocio (porque eso es un negocio) próxima a los 2.000.000.000,00 €/año (¡Dos mil millones de euros al año! Que en letra se entiende mejor) Todo eso, claro está, se considera estupendo y es una parte más de nuestras incongruencias, como abominar de cualquier intervención estética en un perro al tiempo que se multiplican las clínicas, hospitales y centros de belleza en los que uno puede hacerse casi de todo y casi en cualquier rincón de nuestro país, pero, somos así y, al final del día, los criadores seguimos siendo los malos de esta película.
La realidad es tozuda y el estudio de la Fundación Affinity es muy revelador. Del total de animales abandonados, sólo un 20% (un 23 en el caso de los perros) son de raza. Quiere esto decir que el 80 (77 en perros) son mestizos y esto no significa que ese 23% sean perros de pura raza, sino perros que son identificados, por sus características físicas, como de una raza o un tipo y, por tanto, catalogados como tales.
Si a esto unimos la obligatoriedad absoluta, desde hace muchos años, de que los perros que, en el caso de la RSCE, son inscritos en el Libro de Orígenes Español (LOE) deben estar identificados con microchip, antes incluso de que dicha medida fuese obligatoria en todo el territorio español, convendremos que el número de perros de criadores serios y responsables que llegan al cabo del año a los refugios y protectoras por abandono (no por extravío) debe ser mínimo, casi nulo y aquellos que lo hagan podrán ser identificados y sus dueños deberán responder del citado abandono.
Esto incide, además, en contra del susodicho lema, en que los criadores de perros de raza, que crían y cuidan sus camadas, inscriben a los cachorros en un libro genealógico oficial y, luego, buscan los mejores propietarios para los mismos, casi siempre vendiendo dichos cachorros, hacen también una labor educativa para que dichos nuevos propietarios se conviertan en responsables vitalicios de sus animales.
Además, nosotros sacamos la conclusión de estos números de que aquellas personas que deciden incorporar un perro a sus vidas, se informan y buscan una raza determinada y efectúan un desembolso económico por su perro, lo hacen desde una perspectiva mucho más responsable que aquellos otros que reciben un cachorro como regalo, casi siempre fruto de un cruce imprevisto o indeseado.
La educación es la clave de todo
El informe de la Fundación Affinity, útil, práctico y esclarecedor, es, por supuesto, interpretable según quien lo lea,
La propia Fundación llega a una serie de conclusiones y establece algunos parámetros para terminar con el abandono en nuestro país. Dichos parámetros no son diferentes a los que hemos ido leyendo en los últimos 15 o 20 años y las cifras de abandono se han mantenido a la baja pero bastante estables, lo que significa que no funcionan.
Por un lado tenemos el mito de que se abandonaba a nuestras mascotas especialmente en verano y Navidad, lo que a resultas del informe queda claro que no es cierto, pues la variación estacional es muy pequeña.
En cambio, es cierto que se abandonan más cachorros y perros jóvenes que perros viejos, lo que implica que ha habido un proceso de llegada del perro l hogar que no ha sido consciente, informado y consensuado por toda la familia, con el conocimiento de lo que dicha adquisición (se haga como se haga) implica.
Es evidente que la mayoría de las “transacciones”, por llamarlas de alguna forma, de animales, se siguen haciendo fuera de los circuitos controlados, es decir, tiendas físicas y criadores responsables, pues en casi el 100% de los casos de éstos se trata de perros o gatos identificados con microchip e inscritos en un libro genealógico.
La mayoría de los animales abandonados no están identificados y, por tanto, debemos suponer que no han sido nunca controlados por un veterinario, pues si lo ha hecho no ha cumplido con su deber.
Se aboga en las conclusiones del estudio por la castración como principal estrategia para evitar el abandono. Bueno, el resultado del paso de los años, teniendo en cuenta la práctica masiva e indiscriminada de esterilizaciones tempranas que se ha llevado a cabo en nuestro país en los últimos tiempos, nos dice que esto tampoco ha hecho efecto. Me atrevería a asegurar que un porcentaje elevadísimo de los ejemplares esterilizados en España de forma privada son perros de pura raza, identificados e inscritos, propiedad de dueños responsables que no quieren tener crías con sus mascotas.
El problema vuelven a ser los perros incontrolados, aquellos que viven en entornos rurales o semiurbanos, sin acudir nunca en su vida al veterinario y que se cruzan de forma inconsciente o accidental para, luego, regalar o colocar dichos cachorros que entran en esa ruleta infernal del abandono o la cría fuera de control.
La segunda estrategia para acabar con el abandono se nos dice que es la adopción y, nuevamente, se cae en un error de bulto. Con la adopción podemos acabar con los perros abandonados, pero no con los “por abandonar”. De hecho, hay quien sabe que los cachorros son fácilmente adoptables y no tiene problemas en tener una camada cualquiera para, una vez elegido el cachorro o los cachorros que se van a repartir, llevar el resto de la camada a la puerta de cualquier protectora que se hará cargo de ellos.
La adopción es plausible, es maravillosa y las personas que se decantan por esa opción merecen todo nuestro respeto y admiración, pero no es la solución al problema. Es otro parche.
La única solución para acabar con, o minimizar, el abandono animal es poner énfasis, de una vez por todas, en la educación, enseñando a nuestros niños a convertirse en adultos responsables, conocedores de los derechos y la idiosincrasia de los animales, respetuosos en todo momento y capaces de ser propietarios responsables y permanentes de unas mascotas que aportarán a sus vidas toda una serie de riquezas que las hacen un bien social de primera magnitud.
Hacer eso costará esfuerzo, dinero y unos años, pero será la única inversión definitiva que acabe con una lacra de nuestra Sociedad, una más, que podemos controlar y de la que nos podemos hacer cargo, pero, sin sacar las cosas de madre y sin dejar que a aquellos que nos gustan los animales, tanto como para dedicar gran parte de nuestra vida y de nuestros anhelos a ellos, se nos tache de lo contrario que somos.
Los criadores, los propietarios de perros de raza, la familia cinófila, somos los primeros ocupados y preocupados en el bienestar de nuestros mejores amigos. El estudio de la Fundación Affinity son nuestras notas y, al menos yo, creo que hemos aprobado y con muy buena nota. Los demás no.