Maria Vanessa Angustia, Senadora por Pontevedra de Izquierda Unida y adscrita al Grupo Parlamentario de Unidos Podemos, es miembro de APDDA (Asociación Parlamentaria en Defensa de los Derechos de los Animales) una asociación interparlamentaria que agrupa a diputados y senadores de diferente adscripción política pero que comparten la preocupación por los derechos y el bienestar de los animales, en todos los ámbitos.
Desde APDDA salen con frecuencia iniciativas para conseguir que se legisle en diferentes materias relacionadas con el bienestar animal. El hecho de que esté compuesta por parlamentarios de diferente signo consigue que este, por definirlo de alguna manera, “lobby animalista” consiga que sus pretensiones suelan ser bien recibidas y tenidas en cuenta.
Según ha revelado en un comunicado la APDDA, Vanesa Angustia ha recibido por parte de fuentes del Gobierno de España, la confirmación de que nuestro país participa de forma activa en un plan coordinado europeo para controlar la venta de perros y gatos por Internet. Según se indica en respuesta escrita a la parlamentaria, una vez finalizado este plan y evaluados los resultados, “se estudiarán las medidas que pueden llevarse a cabo, para resolver los problemas detectados”.
El Gobierno también ha señalado que se encuentra elaborando el borrador de texto inicial de un proyecto de Real Decreto, que persigue obtener estadísticas a nivel nacional sobre abandono y recogida de animales de compañía y sobre venta de animales, especialmente perros y gatos. Según las informaciones de APDDA, dicha propuesta normativa ya ha sido sometida a Consulta Pública, y actualmente se está elaborando un borrador en grupos de trabajo, con la participación de las Comunidades Autónomas.
Vanessa Angustia denuncia la existencia de las plataformas de Internet, así como aplicaciones de mensajería instantánea y grupos en redes sociales, orientados a realizar ofertas y transacciones que considera ilegales con animales. Según advierte la senadora gallega, estas ventas se realizan con dinero negro o se llevan a cabo por lo que ella denomina “criadores irregulares, que no están dados de alta en los registros profesionales». Recordaba que, “solo en Galicia se han denunciado cientos de anuncios cuyas especificaciones vulneran la normativa autonómica, pero también suponen una flagrante transgresión de disposiciones administrativas estatales”.
Por su parte, el Gobierno resalta que, en abril de 2018, el Ministerio de Agricultura, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente dirigido entonces por Isabel Tejerina, del Partido Popular, presentó el Plan de Actuaciones para la Tenencia Responsable de Animales de Compañía (PATRAC), en el que una de las principales líneas de actuación era la de resolver los problemas asociados a la venta de animales a través de Internet.
Dicho plan incluye la campaña de concienciación sobre la tenencia responsable de animales de compañía, donde se resalta la importancia de adquirir los animales en sitios autorizados. Además, la “Guía sobre tenencia responsable de animales de compañía”, sobre la que gira toda la campaña, advierte expresamente de los peligros que conlleva la adquisición de animales a través de Internet.
Sin duda, todas estas actuaciones pueden tener una repercusión inmediata en todo lo relativo a la crianza de perros de raza, pues la mayor parte del colectivo de criadores está compuesto por personas que empeñan su tiempo y esfuerzo en una pasión a la que no se dedican profesionalmente pero que, llegado el momento, cuando se realiza un cruce y se obtiene como fruto una camada, venden los cachorros que no se quedan como parte de su trabajo de selección.
El problema de la regulación de un mercado que existe y es real, pero se desarrolla de manera paralela a la legalidad fiscal, es materia que siempre ha preocupado a todos los agentes que participan de la cinofilia.
Hasta ahora, las autoridades competentes se han mostrado bastante laxas y tal vez por ello no se ha hecho nada, ni por parte de los criadores a nivel individual ni por parte de los colectivos en los que se asocian que, básicamente, serían los Clubs de Raza y Sociedades Caninas, siendo la más importante de todas ellas la Real Sociedad Canina de España (RSCE) tanto por antigüedad, como por tamaño y capacidad.
El mundo de la cria y venta de animales de compañía es tan grande como diverso y no es posible establecer una asociación directa entre fenómenos tan diferentes como los macrocriaderos profesionales, los importadores legales o los criadores amateur.
Dentro de cada uno de estos tipos existen personas que desarrollan su labor con ética y preocupación hacia el bienestar y la crianza responsable y también quienes lo hacen sin escrúpulo alguno con una sóla intención en su trabajo, la obtención de un beneficio económico a cualquier costa.
El eslabón más débil y desasistido de esta cadena, dejando a un lado a los animales, que deben ser el foco de la preocupación y de cualquier medida legal que se establezca, son los criadores amateur, esos sobre los que se sostiene, a nivel mundial, el desarrollo y mantenimiento de la cinofilia organizada.
La mayoría de estos criadores ocupan gran parte de su tiempo libre y mucho de su propio dinero, en trabajar por la mejora y el desarrollo de aquellas razas caninas que se han apropiado de su corazón. La cría canina se convierte en una pasión, un reto hermoso en el que el beneficio económico queda totalmente en segundo plano, frente a la satisfacción de ir consiguiendo unos objetivos que, en la mayoría de los casos, sólo pueden calificarse como altruistas y románticos.
Un criador serio y responsable, por mucho que profesionalmente se dedique a otra cosa, no escatimará esfuerzos e inversiones para conseguir que sus ejemplares estén en las mejores condiciones, se sometan a las pruebas de salud y carácter adecuadas para su raza y reciban todos los cuidados veterinarios e higiénicos necesarios. Nutrición avanzada, entrenamiento adecuado y miles de kilómetros buscando la valoración morfológica por parte de expertos internacionales, son algunos de los elementos de esta apasionante vida del criador.
Por eso, es lógico que, cuando se produce el fruto de toda esa labor, a través de una camada, el criador, sin perder de vista que sus cachorros han de ir sólo a los mejores hogares posibles, pretenda también obtener una contraprestación económica, lo más justa posible, que le ayude a seguir con su aventura.
Al cabo del año, o de los años, ese dinero apenas servirá para sugrafar una pequeña parte de sus gastos, pero, en definitiva, casi nadie pone precio o se fija en lo que le cuesta una pasión.
Lógicamente, la gran mayoría de esos criadores no elaboran una factura o tributan por los ingresos obtenidos en esas ventas, del mismo modo que no se desgravan los correspondientes gastos veterinarios, de alimentación, viajes, etc… soportados en su actividad.
Por eso se debe hacer hincapié en la diferencia entre los traficantes de animales, los mercachifles desalmados (algunos pueden incluso tener sus licencias y pagar sus impuestos) y el criador a pequeña escala que no tiene en la venta de los cachorros su medio de vida.
Sería muy importante que las diferentes asociaciones y colectivos, tal vez con la RSCE a la cabeza, trabajasen por conseguir algún tipo de reconocimiento legal y fiscal del criador amateur, pequeño criador o criador individual, como queramos llamarlo, de forma que pudiera desarrollar su actividad, incluyendo la parte comercial, de manera legal, independientemente de que ya tenga otro tipo de trabajo o negocio.
Es bueno controlar y poner el foco en lo que sucede en Internet, un mundo paralelo en el que resulta muy difícil distinguir los lobos de los corderos, pero lo esencial sigue siendo otra cosa, concienciar a la Sociedad, con mayúsculas, de la importancia que tienen los animales de compañía, en general y los perros, en particular, en nuestro mundo actual, del valor histórico y cultural que supone la cinofilia y los perros de raza y la necesidad de preservarlo y, por encima de todo, de la necesidad de fijar en nuestras conciencias los preceptos de la crianza y la tenencia responsable de animales, de forma que nos hagamos dignos de ellos.
Una política que persiga, únicamente, el control fiscal y económico de un mercado que en la actualidad resulta escurridizo, podrá reportar algún beneficio en forma de impuestos o sanciones, pero a la postre estará condenado al fracaso en lo verdaderamente importante, el cuidado responsable de nuestros animales y el abandono cero de los mismos.
Ojalá quienes tienen la posibilidad y, casi diríamos, la obligación de ponerse al frente y defender los derechos de todos los criadores, lo hagan sin concesiones para que, por fin, podamos tener una regulación adecuada de este mundo que tanto nos gusta.