El corte de rabos y el «efecto látigo» del diputado Bernabé
Conocí a Paco Bernabé en los años de Universidad. Aunque algo menor que yo, coincidimos jugando en el equipo de Rugby de la Facultad de Derecho de la universidad de Murcia.
Jugaba de segunda línea en la melé y yo de tercera, así que más de una vez tuve que poner mi cara junto a su culo. Le recuerdo como un tipo grandón, tímido y bastante callado y, la verdad, viéndolo hoy convertido en D. Francisco Bernabé, más vale que hubiera seguido así.
Después de unos años como Alcalde de su pueblo, la minera localidad de La Unión, Bernabé pasó a ocupar responsabilidades en el Gobierno Regional del PP, llegando a ser Consejero de Fomento para, desde la anterior semilegislatura, convertirse ahora en Diputado nacional.
Desconozco cuales son las experiencias o capacitaciones que han llevado a Paco Bernabé a convertirse en el encargado (algunos medios lo llaman «especialista») dentro del Partido Popular de los asuntos relacionados con los perros, pero a tenor de su actuación última, la verdad, no podíamos habernos buscado un mejor enemigo, pues amenaza seriamente con llevar al terreno del ridículo cualquiera de sus argumentaciones.
Resulta que en estos días se discutía en el Congreso de los Diputados la aplicación en toda su extensión, o no, del Convenio Europeo de Protección Animal de 1987, firmado en su momento por el Gobierno de España, pero sobre el que se aplicó una reserva en lo referente al corte de rabos y orejas de los perros.
Ahora, a instancias de Podemos, se ha vuelto a llevar el tema a votación y, según hemos visto en un vídeo que se convertirá, sin lugar a dudas, en viral, el señor Bernabé, Paco, defiende el corte de rabos en los perros como medida de «protección para ellos y para sus cuidadores» ya que, por lo visto, muchas veces las personas con perros de caza grandes y fuertes se ven seriamente dañados por la acción entusiasta de la cola de sus perros… WTF??? (siempre es mejor poner esas siglas que exclamar «¡Pero qué c…!»)
Llevo toda mi vida conviviendo con perros y algunos de ellos son de caza, grandes y fuertes. Si el diputado Bernabé hubiese argumentado que el corte de la cola era necesario para evitar los destrozos de portarretratos y figuritas de porcelana en las casas, tal vez mi madre le habría comprado el argumento, pues alguna vez ha sufrido los estragos de mis Labradores, pero… «efecto látigo»??? ¿Qué me está contando, señor mío?
En lugar de recurrir a esas estupideces, que, por cierto, suelta sin palidecer y sin asomo de rubor alguno, muy lejos el actual don Francisco del Paquito tímido que yo conocí, podría el diputado Bernabé haber buscado mejor asesoramiento o, al menos, haber leído un poco sobre la materia.
Son muchas las razas caninas a las que, desde hace siglos, se les ha sometido a cortes de rabo y orejas. En todos los casos, dichas amputaciones estaban basadas en su funcionalidad. Todas las razas a las que se cortaba las orejas eran razas de trabajo que debían enfrentarse a enemigos poderosos, como osos o lobos y a quienes se buscaba proteger de un ataque doloroso a una zona de fácil acceso en caso de enfrentamiento.
También se daba dicha amputación en perros desarrollados para prácticas deportivas hoy desterradas o, al menos, prohibidas por todas las leyes, como las peleas de perros entre si o contra toros, osos, etc…
Todas estas razas, además, eran habitualmente sometidas al corte de la cola por idéntico motivo.
En la actualidad, prácticamente ninguna de estas razas realiza aquellas funciones originales, salvo en el caso de algunos mastines de montaña o algunos perros de montería, por lo que es innegable que en la mayor parte de los casos, la amputación de cola u orejas sólo obedece a criterios de tradición o estética. Caso distinto es el de los perros de caza menor. Muchos de ellos, como la mayoría de los spaniels, bretones, algunos tipos de bracos, etc… se producían ulceraciones y heridas severas al trabajar en zonas determinadas de maleza o vegetación extensa y golpearse la cola contra ella, por lo que se les solía amputar una parte de la cola. Por tanto, este corte estaba basado en razones de utilidad, pero nunca en un enfrentamiento violento con otros animales, como si ocurría en algunas razas de guarda o pastoreo.
Tal vez el diputado Bernabé debería haber investigado para averiguar como en países de mucho más avanzada costumbre en la defensa de los derechos y el bienestar animal, como Alemania o Gran Bretaña, entre otros, se sigue permitiendo, como excepción, el corte de la cola en los perros de caza, como salvaguarda de ulteriores problemas y complicaciones. ¿Haría esto que los demás partidos asumieran su tesis o que la opinión pública en general estuviera de acuerdo con él? Probablemente no.
Lo cierto es que la desaparición del corte de rabos y orejas en todas las razas caninas es algo que, más pronto que tarde, terminará por imponerse no sólo en España, sino en todo el mundo, pero, ya que se intenta establecer alguna excepción o salvaguarda, al menos que se haga sin zambullirse de una manera tan burda e insólita en el más absoluto de los ridículos.
El 16 de Marzo de 2017, el Congreso ha prohibido la amputación de las colas de perros por razones meramente estéticas o de una presunta mayor eficacia para cazar con los votos a favor de Unidos Podemos, PSOE y ERC. El Convenio Europeo prohíbe las operaciones quirúrgicas a mascotas «cuyo objeto sea modificar la apariencia de un animal de compañía o conseguir otros fines no curativos». Tampoco estará permitido cortarles las orejas, la sección de las cuerdas vocales y la extirpación de uñas y dientes.
El PP y ERC habían pactado la semana pasada una enmienda para que sí se permitiera en el caso de las razas de perros de caza, con el apoyo del PNV. Al final los independentistas catalanes y vascos han cambiado de opinión, atendiendo las peticiones de «las principales entidades animalistas», según Joan Capdevila, a quienes hay que reconocer un papel mucho más activo, reivindicativo e influyente que cualquier otro colectivo relacionado con los animales.