Periodismo basura

Ya no nos sorprende que cada vez que sucede un desgraciado accidente, incidente, o como quieran llamarlo, y un perro agrede a una persona o, lo que es mucho peor, le provoca la muerte, surja algún iluminado del Nuevo Periodismo y salte a la palestra haciendo gala de su absoluto desconocimiento acerca de los perros, la cinofilia, la etología, etc… Lo que es mucho más sorprendente es que quien se dice periodista sea incluso incapaz de leer y entender un Real Decreto o, más fácil aún, una lista de nombres.

Hace unos días, una vecina de la madrileña localidad de El Molar, fue encontrada muerta por los servicios sanitarios de emergencia de la Comunidad de Madrid (SUMMA). En principio parecía haber muerto a causa de la caída sobre ella de unos palets de madera, pero después se observaron distintas heridas, al parecer causadas por un Dogo Canario de su propiedad.

En el momento de escribir este artículo, sigue sin conocerse el informe oficial de la autopsia que determine si la causa de la muerte fueron, efectivamente, las heridas producidas por dichas mordeduras.

En cualquier caso, si así fuere, se trata de un hecho lamentable, doloroso y tristísimo, especialmente para la persona fallecida, sus familiares y amigos, pero que merece ser tratado con el máximo rigor posible, sin provocar desinformaciones dramáticas cuyo único propósito parece ser el de aumentar el número de lectores, clicks, navegantes, etc…

El «periodista» del EL PAÍS, F. Javier Barroso, fue el encargado de cubrir la noticia para su medio, publicando un par de artículos fechados hoy 20 de Abril, aunque, curiosamente, parece que la hora de edición del titulado «Así es el presa canario, un perro peligroso que ha matado a su dueña en Madrid» parece publicado o editado antes que el otro en el que se relatan los hechos: «Muere una mujer en Madrid por las mordeduras de su perro»

En ambos artículos, el señor Barroso vierte una serie de incorrecciones que dejan muy evidente su desconocimiento acerca de lo que está hablando. Tal vez el más flagrante sea el de señalar al Dogo/Presa Canario como parte de la lista de Perros Potencialmente Peligrosos incluída en el Anexo I del aberrante e infumable Real Decreto 287/2002. Barroso incluye al Dogo Canario, «…junto con el pitbull terrier, el «staffordhire» bull terrier, el american staffordshire terrier, el rottweiler y el dogo argentino se considera de las más peligrosas en España…» aseveración que ignoramos de donde ha sacado el autor de dichos artículos, pero que tampoco obedece a la realidad y que nunca sería asumida por ningún experto en la materia.

Para empezar, Barroso dice que el Presa Canario es un perro de «guardia» y defensa… Ignoramos si dirige el tráfico o patrulla las calles de alguna ciudad, pero seguramente el autor ignora que el término correcto es «guarda» y que precisamente esa guarda, o capacidad de vigilar y proteger, es la que da origen a la raza. Dice también que el origen de la raza es el «bardino majorero (ya extinguido)». Nuevamente cae en un error de copia y pega, muy habitual de quienes componen sus artículos a base de retazos de la Wikipedia. El Dogo o Presa Canario tiene su origen en las razas de presa y tipo dogo que llegan a las Islas Canarias con los conquistadores españoles, a partir del siglo XV y, especialmente, en los barcos que se dirigían hacia América, desde el siglo XVI.

Los perros de tipo Dogo y tipo Presa eran muy apreciados y utilizados en España en labores, fundamentalmente, de caza, sujección (o presa) del ganado y como perro de auxilio militar. Los perros que se fueron quedando en las Islas se fueron afinando y seleccionando en base a las necesidades para las que eran utilizados en Canarias, introduciéndose diferentes sangres en distintas etapas de la historia. Una de las influencias más importantes es la del perro Majorero ó Barcino (llamado así por su zona de origen o por su color, de manera alternativa), raza canaria antiquísima y que no está extinguida que mejoró la capacidad de trabajo con el ganado de los Presas y su adaptación al clima y la geografía isleña.

Sólo con la llegada de los ingleses a partir del s.XVIII se empiezan a introducir otros cruces, con perros molosoides como el Mastiff, Bullmastiff, etc… y sólo entonces se buscan perros que puedan ser usados en combates contra otros perros o animales diferentes, deporte muy extendido y tradicional, por entonces, entre los británicos.

Cuando estas prácticas se destierran, la raza decae, al ser también menor su utilización para las labores tradicionales y, cuando un grupo de entusiastas canarios, decide recuperar lo que es considerado por el Gobierno de Canarias como un tesoro natural y un símbolo histórico y cultural, se hace sin tener nunca en consideración el uso del Presa o Dogo Canario para la pelea.

Evidentemente se trata de un perro de construcción fuerte, cabeza grande y boca y mandíbula poderosa, pero su temperamento está muy alejado de lo que podría considerarse como un animal peligroso para el hombre. Es un excelente perro con su familia y, aunque se muestre reservado con los extraños (como la inmensa mayoría de perros de guarda, entre los que se incluyen todos los perros de pastoreo) nunca es o debe ser agresivo.

Presas «Made in USA»

Supuesto «perro de presa», según el periodista de EL PAIS, haciendo un ejercicio

Es inaudito ver como Barroso ilustra sus artículos con fotos y vídeos de Dogos Canarios de Estados unidos, trabajando o siendo adiestrados por los Marines,  (por cierto, bonita la foto de un Pastor Belga Malinois mordiendo la manga y subtitulada «perro de presa en un ejercicio con los Marines, 2009″… ¡Madre mía!) cuando se trata de una raza española y de la que podría haber conseguido material excelente sin necesidad de dar ese toque exótico, mostrando, por otra parte, ejemplares alejados del prototipo de la raza. Claro que también hemos visto otros medios que ilustran la noticia con la foto de un Cane Corso, por ejemplo. Lo cierto es que el Sr. Barroso no acierta ni con los pesos de la raza, ni con el color, pues en el vídeo que acompaña uno de sus artículos se dice que son «de color atigrado»… obviando por tanto toda la gama de leonados.

Dice el periodista que una de las características de la raza es que suele morder «en tenaza o en tijeras» así, en plural… (Ya me explicará usted lo que es la mordedura en tenaza, por favor) También, como no tenía suficiente con meter al Dogo Canario en una lista que no está, incluye el sr. Barroso en ésta al Boxer y al Ca de Bou.

Pero todo esto es anecdótico. Lo realmente grave, lo triste y serio de este asunto, aparte del fallecimiento de una persona, en circunstancias que esperamos se esclarezcan lo antes posible, es que se ponga una vez más a una raza canina en el disparadero mediático, tildándosela de peligrosísima cuando todos los estudios realizados hasta la fecha demuestran que la agresividad de los perros reside, fundamentalmente, en características individuales y en el efecto de una educación y tenencia adecuada o no.

Valga como muestra que el propio Barroso cita el uso de Dogos Canarios en programas de adiestramiento como perros de protección para mujeres maltratadas, pero tal vez se olvidó de leer el artículo que él mismo enlaza y en el que Ángel Mariscal dice que «Estos perros no muerden, ni van a matar. No son agresivos, necesitamos perros supersociales que sean capaces de convivir con niños, y ser completamente normales hasta el momento en el que la mujer coge el catalizador de la protección»

Poner en el punto de mira a una raza por el comportamiento, o por los incidentes provocados por uno o varios de sus individuos, es absolutamente injusto, además de ir contra todo presupuesto científico. Según los postulados que el Sr. Barroso parece defender, él mismo debería ser considerado como peligroso, muchísimo más que cualquier Presa Canario, al ser un hombre y, por tanto, representar un serio peligro de muerte para cualquier mujer, puesto que cada año son muchos más los tipos que asesinan o agreden a mujeres que el de perros, de cualquier raza, que protagonizan este tipo de incidentes.

Sr. Barroso, no soy quien para enmendar la plana a nadie, pero a la hora de escribir sobre algo que, como es evidente, no sabe, lo fundamental es informarse, documentarse y acudir a aquellas personas o entidades que pueden darle una información detallada al respecto.

En el caso que nos ocupa, etólogos, veterinarios, adiestradores, criadores de Dogos Canarios, asociaciones o clubs de la raza, sociedades caninas y un largo etc que, según deducimos de la lectura de su artículo, no ha consultado porque no cita en ningún momento.

El daño que artículos como el suyo hacen a la labor de personas dedicadas a la conservación de una raza que es parte de nuestra historia, es muy grande, pero no es nada comparado con el daño irreparable que se hace a la raza misma. Nada podrá devolver a la vida a la persona fallecida, ni mitigar el dolor de sus familiares y amigos, pero culpar de ello a toda una raza, por encima del individuo en cuestión, independientemente de cómo se hayan producido los hechos, puede ser catalogado con muchos adjetivos, pero yo, por ser suave, me quedo esta vez con el de supina ignorancia.

(Por cierto, no ponemos ninguna foto de Dogos Canarios ilustrando la noticia… no merecen ese castigo)

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